Poesía que nace del lente

Episodio del día 17 de Agosto de 2020

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Palabras por Julie Catherine Guardo Quintero

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CARBONCILLO 

[Soneto: 
11A 11B 11B 11A 

11A 11B 11B 11A 

11C 11D 11E 

11C 11D 11E]









Solo quedó tu rostro después; 

es lo que el amor arrebata de último. 

¡Te quema! llega hasta lo más íntimo

el fuego en costra en tus ojos cafés. 


Futuro, ni primavera entrevés. 

Perdiendo color y trazos; el ánimo

negro que lleva el colibrí más próximo

¡gotea pues no está ahí! ¿No lo ves?


Tú eras amor, pero siempre eras sola. 

Negro ardes cual carboncillo infeliz, 

rojo muerto que pretende no estarlo. 


Tú eras rosas, pero siempre eras sola. 

Ni el colibrí, menos tú, es feliz. 

Literariamente estás sin estarlo. 

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MÁS ALTO 

[Seguidilla: 

5a 7 5a]














Miento al decir: düele. 

Su cremosidad

es pisar el cïelo. 

Debo subir más. 

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AMIGO 

[Octava real: 

11A 11B 11A 11B 11A 11B 11C 11C]














¡Ojo! Que la apariencia no te engañe. 

No es un momento feliz, pero fue. 

Fue de esos que no quieres que se dañe

nada. ¡Quería eternidad! duré...

Sus manos y barba hacen que lo extrañe. 

Juntando ovejas para ti, pensé, 

me quedaría en el campo contigo. 

Lo banal se va y te tengo, amigo. 

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Palabras por Daniela Alejandra Galeano Camacho

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RECUERDOS AJENOS 












Recuerdo
                       la brisa marina de delicados purpuras,
recuerdo
                       los caminos de flores con finos olores,
recuerdo
                       los pasteles colores de una vida sin errores,
recuerdo
                       la falda catastrófica rosando la piel de moras.


No hace falta recordar tanto,
no hace falta llamar el llanto
de una juventud que colecciona dudas,
de una niñez sin grises fugas.


Recuerdo
                      la vida al borde de la cerca,
recuerdo
                      ojos azules, ilusionadas luces,
recuerdo
                     el ir y venir del cabello,
recuerdo
                     lo bello, lo bueno y lo feo.


No hay ruido semejante,
tan seco y asfixiante
como el de esta mente con recuerdos
de una niñez ajena al reflejo en el espejo.


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NOCHE DE OVEJAS








 






Tic toc
uno      dos
la hora infernal de nubes que se llevan el aliento al respirar.

tres      cuatro
una vida al borde de la cama, llena de sueños sin futuro, sin alma, al rincón de un lunar.

Tic toc
la manecilla que ha decidido andar en reversa para ahogar mis penas.

cinco      seis
no existe insomnio que me impida soñar con lamentos de papel; pasos de ovejas atoradas entre el ocaso y el amanecer.

Tic toc
cuenta y cuenta y sigue contando. Ojos como platos, vacíos luego de un día de ruegos y retrasos.

siete      sólo siete
y serían más y más en mi cama, pero los animales que saltan se parecen tanto a mis penas, que prefieren dejarme fingir que no estoy aquí.


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UN OTOÑO















Un día me encontré un otoño
debajo de un sombrero,
recuerdo el asombro de mis ojos,
el cataclismo del rojo desenfrenoso.

Un día me encontré un otoño
debajo del cabello,
olía a viejas promesas,
olía a sombras y a fresas.

Un día me encontré un otoño
en el rostro de mi madre,
sabía a sal marina,
sentía el susurro caluroso de que me quería.

Un día me encontré un otoño
en el cuerpo de un amante,
sus lunares eran brisas,
pliegues de alas sencillas y calmantes.

Un día me encontré un otoño
en mis pies descalzos,
esos que decidieron marcharse
luego de cuatro otoños intentando ser veranos.

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